lunes, 18 de mayo de 2009

¿ QUÉ ES EL DESCRECIMIENTO?, Primera Parte

¿ QUÉ ES EL DESCRECIMIENTO?, Primera Parte
Comentario para la reunión del 16 de mayo de 2009
Con datos de Serge Latouche, La Apuesta por el Descrecimiento

La ecología es subversiva porque cuestiona el imaginario capitalista que domina el planeta. Rechaza el motivo central del mismo según el cual nuestro destino consiste en aumentar sin cesar la producción y el consumo. Muestra el impacto catastrófico de la lógica capitalista en el ambiente y en la vida de los seres humanos.
Cornelius Castoriadis . Una Sociedad a la Deriva.

A diferencia de las cinco anteriores extinciones de especies, en esta sexta extinción que vivimos, las especies vegetales y animales desaparecen a una velocidad de entre 50 y 200 especies por día, es decir: desaparecen a un ritmo de 1000 a 30,000 veces superior a las hecatombes geológicas del pasado y el responsable directo de esta desaparición es el ser humano quien puede ser la victima de este proceso. Si tomamos en cuenta los informes en torno a los canceres del Dr. Belpomme, toxicólogo renombrado, el fin de la humanidad podría llegar mas rápido de lo previsto, hacia el 2060, por la esterilidad generalizada del esperma masculino debida al efecto de los pesticidas y otros POP (polucionantes orgánicos persistentes) o los CMR ( carcinogénicos, mutagénicos, reprotóxicos) ( Enfermedades creadas por el Hombre, Belpomme).

Está en marcha la aceleración de las catástrofes naturales: sequías, inundaciones, ciclones, etc. Acompañan al desastre climático, los colapsos económicos, las guerras del petróleo que serán seguidas por las guerras del agua, por pandemias y catástrofes biogenéticas muy previsibles. Sabemos que vamos directamente a chocar contra el muro, pero, no sabemos a que velocidad vamos y cuando se producirá el choque. Peter Barrett del Centro de Investigaciones de la Antártica de la Universidad de Victoria, en Nueva Zelanda, nos dice que el probable final de nuestra civilización será antes del fin del siglo. También sabemos que la causa de todo esto es que nuestro modo de vida esta fundado en el crecimiento económico SIN LIMITES, por lo que el termino Descrecimiento parece un desafío o una provocación. Es tal el arraigo de la religión del crecimiento y de la economía en nuestro imaginario que hablar de descrecimiento necesario es literalmente una blasfemia. ¿Por que? Simplemente porque vivimos en una esquizofrenia plena. Todo mundo en la política hace lo contrario de lo que dice en publico. La lista de catástrofes ecológicas presentes y anunciadas no es el problema, todos las conocemos muy bien, pero, no las creemos reales. No creemos en ellas hasta que se produce el colapso, el choque. Sabemos lo que hay que hacer, pero, no hacemos nada. Vemos hacia otra parte mientras nuestra casa se quema. Seguimos haciendo lo mismo que nos destruye: crecer económicamente.

¡Crecimiento! ¡Crecimiento! ¡Crecimiento! Es la palabra mágica de todos los gobiernos, según la mas estricta ortodoxia económica. Casi todos los políticos y académicos del mundo consideran que el crecimiento económico es, a final del día, la mejor y tal vez la única forma de tener un ambiente decente y enriquecerse a la vez ( Beckerman) . La reactivación económica de EUA o de China es recibida mundialmente con triunfalismo. Los planes de reactivación económica en cualquier país se sustentan invariablemente en grandes obras de infraestructura, generalmente de transporte, lo que deteriora aun más la situación social y ambiental, en especial la cuestión climática. Lo grave en este sentido es el silencio cómplice de la izquierda, de los socialistas, de los partidos y grupos verdes ecologistas, de la extrema izquierda y de los "alter mundistas" que todavía creen que el crecimiento económico, al crear empleos y favorecer un reparto mas equitativo de la riqueza es la solución al predicamento social. En la opinión de la mayor parte de los actores políticos, el crecimiento económico no arregla todo, pero, es capaz de abrir márgenes de maniobra y mejorar ciertas dimensiones de la vida cotidiana, del empleo, entre otros puntos. El gran problema está en que existe una suerte pensamiento único en todo el espectro político que afirma que el bienestar de la población debe obligatoriamente conseguirse por medio de más crecimiento económico, más productividad, más poder adquisitivo y por lo mismo, de más consumo. La izquierda es uno de los grandes obstáculos en la reducción del consumismo que es la propuesta central de la visión ecologista.

El tema del Descrecimiento apenas empieza a ser objeto de debate en algunos medios ecologistas, campesinistas y altermundistas europeos. En Francia, donde nació este movimiento por el Descrecimiento, en Italia y España, el descrecimiento empieza a tener un publico mucho mayor y ya forma parte del debate político. Se trata pues de una propuesta política para cambiar radicalmente la orientación de las sociedades modernas hacia Sociedades en Descrecimiento: una apuesta que vale la pena impulsar para evitar dolorosos colapsos o trágicas catástrofes humanitarias. El término decrecimiento- en España, o descrecimiento -en México, tiene un uso muy reciente en las discusiones económicas, políticas y sociales, a pesar de que las ideas en las que se funda tienen una larga historia.

El proyecto de luchar por una sociedad autónoma y frugal que es el fondo de la consigna por el Descrecimiento, no nació ayer. Sin remontarnos a ciertas utopías del primer socialismo, ni a la tradición anarquista renovada por el situacionismo, este proyecto fue formulado hacia el final de los años 60, por Ivan Illich, André Gorz, Francois Partant y Cornelius Castoriadis, en términos muy cercanos a los que ahora utilizamos. El fracaso de las políticas de desarrollo en los países empobrecidos y la pérdida de referentes en los países enriquecidos han conducido a muchos pensadores a poner en duda los beneficios de la sociedad de consumo y sus bases imaginarias: el progreso, la ciencia y la tecnología. La toma de conciencia del desastre ambiental global en nuestros días aporta una nueva dimensión que otorga a la propuesta del Descrecimiento una doble filiación que incluye una dura crítica a la técnica y a las ideas del desarrollo.

No hay que confundir, desde luego, la regresión con el Descrecimiento; no se trata ni de un estado estacionario, ni de una forma de regresión, de recesión o de "crecimiento cero o negativo" . Hay que dejar muy en claro que el Descrecimiento no es un concepto en el sentido tradicional del término y tampoco hay una "teoría del descrecimiento". No se trata de crear una "simétrica" del crecimiento. Se trata de un slogan político, una palabra-obús, de acuerdo con Paul Aries, que busca provocar a los drogados por el productivismo. Se quiere llamar la atención de todos sobre la importancia central de abandonar las ideas dominantes del crecimiento por el crecimiento, cuyo objetivo no es otro que la búsqueda de utilidades por los capitalistas y cuyas consecuencias son desastrosas para la naturaleza de la cual vivimos. Se trata de abandonar una fe, una religión: la de la economía, del crecimiento, del progreso y del desarrollo. El Descrecimiento es una bandera bajo la cual se agrupan aquellos que realizan una critica radical de las ideas del desarrollo. Es por lo tanto una propuesta necesaria para reabrir el espacio de la invención, de la creatividad del imaginario, bloqueado por el totalitarismo economicista, desarrollista y progresista.

Los límites del crecimiento están definidos a la vez, por el volumen de las materias naturales no renovables y por la rapidez de la regeneración de la biosfera para las materias renovables. Por muchos siglos estas materias naturales fueron bienes comunes ( commons); es decir: no pertenecían a ninguna persona. Todo mundo podía gozar de ellos con los límites fijados por la comunidad; esto era así para el aire, el agua, la fauna y la flora silvestre, la pesca, entre otros. Las materias no renovables, como los minerales, estaban bajo el control del príncipe o del Estado. En la mayor parte de los casos, la falta de una mercantilización sistemática de los bienes naturales y las costumbres limitaban las extracciones a un nivel que no comprometía la reproducción. La rapacidad de la economía moderna y la desaparición de las restricciones comunitarias, lo que Orwell calificaba de la "decencia común", han transformado las extracciones en una depredación sistemática.

El medio ambiente en lo esencial se sitúa fuera de los intercambios mercantiles. Ningún mecanismo se opone a su destrucción. La competencia y el mercado que nos proporcionan nuestras comidas en "mejores condiciones", tienen efectos desastrosos sobre la biosfera. Nada limita el pillaje de las riquezas naturales, cuya gratuidad permite bajar los costos. Los buscadores de oro individuales, como los garimpeiros de la Amazonia o las grandes empresas multinacionales, no retroceden ante nada para conseguir el objeto de su codicia. En nuestro sistema capitalista, todo Homo oeconomicus, es una especie de buscador de oro. En cambio, los pueblos originarios del mundo, en Africa, Asia, Polinesia, América, pensaban que los animales eran seres humanos como nosotros y los comían con ceremonia, como si fuera un préstamo provisional y regresaban a la tierra o al mar la espina dorsal y los restos que permitían el renacimiento del huésped devorado. En Siberia, se iba a morir en el bosque para devolver a los animales lo que se ha recibido de ellos. Estas actitudes implicaban relaciones de reciprocidad entre el ser humano y el resto del universo algo que la modernidad ha eliminado. Recuperar esta disposición de espíritu es una condición fundamental de nuestra supervivencia.

Nos hace falta desarrollar las cualidades para salvarnos: sentido de la gratuidad y de la belleza, precisa Jean Pelt. Sin embargo, a pesar del gran barullo realizado en relación con la ecología no hemos encontrado el camino; los pocos árboles que se defienden hoy en día no deben ocultar el bosque que está amenazado. La jurisprudencia de EUA, la más reciente, va en el sentido de reforzar una apropiación jurídica de los procesos naturales por el hombre. A esto se añade que las instituciones tienden a alentar toda clase de contaminaciones, bajo la cobertura del bienestar o la lucha contra la pobreza. Se ha llegado a pensar que el único remedio a esta tragedia consiste en la erradicación total de los commons. Los liberales piensan que ¡sólo el interés privado y la rapacidad de los individuos pueden limitar su desmesura!. Habría según ellos que privatizar el agua y el aire para salvarlos de la depredación. Esto es lo que hacen las empresas multinacionales con el apoyo de los estados. La gestión de los límites del crecimiento se ha convertido en un reto filosófico y político. La búsqueda teórica del descrecimiento se inscribe por lo tanto en un movimiento más amplio de reflexión en torno a la bioeconomía, al post desarrollo y al acrecimiento.

--
Miguel Valencia
ECOMUNIDADES
Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México

No hay comentarios.: