jueves, 20 de agosto de 2009

“CRISIS MUNDIAL Y DESCRECIMIENTO EN MÉXICO”

MESA DE DEBATES SOBRE DESCRECIMIENTO:

“CRISIS MUNDIAL Y DESCRECIMIENTO EN MÉXICO”

Presenta:

Rafael Huacuz Elías

huacuz@yahoo.com

Quisiera iniciar mi intervención vinculándola al pensamiento del historiador Eric Hobsbawm cuando señala: “El socialismo fracasó; ahora, el capitalismo está en quiebra. ¿Qué viene a continuación?” (Hobsbawm, 2009).

Desde finales de los años cuarenta, todos los sistemas de gobierno de corte socialista fueron atacados bajo los argumentos de que su economía era ineficiente y su política antidemocrática, lo que atentaba contra sus ciudadanos; Se buscó a toda costa que estas naciones fueran sistemas abiertos al flujo libre de bienes y servicios bajo el argumento de que esto les traería más riqueza y mejores condiciones de vida a sus habitantes.

El liberalismo económico cobra fuerza a mediados de los ochenta al ser impulsado por el eje Regan-Thatcher. Los principios supranacionales del FMI y el BM llevaron a esta adicción liberal (en el sentido de fanatismo) a gran parte del segundo y del tercer mundo, quienes subestimaron los exabruptos del capitalismo, que tanto placer les había proporcionado años antes.

La ideología --o más bien la teología-- del fundamentalismo capitalista liberal se proclama vencedora cuando se derrumban los muros de la economía planificada y centralista; los ideólogos del capitalismo se glorifican en el fin de la historia…Pero nada más alejado de esa realidad, ya que el sueño capitalista se convertiría en nuestra peor pesadilla.

El primer indicador de este fracaso, fue ocultado cuando se negó la existencia de millones de pobres en todos los continentes del planeta, por otra parte, el daño ecológico ocasionado por el motor hambriento de combustibles fósiles de la vida moderna, sólo fue etiquetado como una “externalidad negativa” y postergado a ser resuelto por la ciencia y la tecnología que fue forjada bajo los principios liberales.

Las sociedades tradicionales más apegadas a la convivencia con la tierra, los ciclos estacionales y el entendimiento del cultivo para su supervivencia, fueron vistas a los ojos de la maquinaria industrializada como sociedades atrasadas y alejadas del progreso; comienza la desvalorización de estos sistemas de trabajo directo y se invierten millones de dólares para lograrlo.

El mito del desarrollo bajo el slogan del crecimiento, aunque es de las más fuertes variables del caos ecológico, no es la única, a esta se le pueden agregar otras variables como la demográfica, con la que intento premeditadamente provocar su reflexión:

El big bang poblacional, de características exponenciales en escala global[1] mantiene un éxodo permanente a las ciudades que crecen sin control, el impacto ambiental que produce deteriora y reduce las áreas de conservación de todo el planeta; el medioambiente prístino es ahora sólo una ilusión que los primeros conservacionistas intentaron mantener, pero que no existe más. El mundo que los actuales ecologistas intentan salvar esta desapareciendo rápidamente, bajo los millones y millones de dólares invertidos para el “crecimiento” y desarrollo de las naciones[2].

Para el caso de nuestro país, la dinámica de crecimiento poblacional y su movilidad hacia zonas urbanas no tiene precedente, por ejemplo el porcentaje de población urbana paso de menos del 40 % antes de 1950; a más del 70% en el año 2000 (INEGI, 2007). Se espera que la población nacional con más de 100 millones de habitantes se incremente a 120 millones para el 2030 (CONAPO, 2009). El mayor porcentaje de esta población se concentra en espacios metropolitanos como la Ciudad de México, lo que incrementa un aumento en el consumo de bienes y servicios, así como un aumento en el consumo energético, un aumento de pobreza urbana y de enfermedades de todo tipo.

Como ustedes saben, en la ZMVM se concentran 20 millones de personas que en conjunto generan más de 547 mil toneladas anuales de contaminantes; entre CO2, Plomo, Niquel, Etanol, benceno y otros tantos, nos tocan cerca de 30 kilogramos de contaminantes anuales por persona (RETC, 2009) que propician más de 15 mil muertes prematuras por enfermedades respiratorias.

Ahora imaginen meter en esta área metropolitana en los próximos años otros 20 millones más ¿Cómo frenar esta contaminación y su impacto en la salud? Imaginen duplicar el porcentaje de usuarios del metro, del micro o duplicar las ya de por sí congestionadas calles de la ciudad, las que alcanzan hasta un 80% de saturación en horas pico, lo que reduce en promedio la velocidad de circulación de los automóviles a menos de 18 km por hora ¡Si logran imaginarlo, bienvenidos al escenario más probable de nuestro futuro incierto!

Pero ¿cómo frenar esta catástrofe ecológica cuando toda la maquinaria del Estado apunta hacia el “crecimiento” que ofrece el libre mercado? ¿Quién puede escapar al cañonazo de 47 mil millones de dólares otorgados por el FMI en este año al gobierno para impulsar el crecimiento?, quien puede frenar las deudas con las que se comprometen nuestros gobernantes y que todos nosotros heredamos.

Una variable más para nuestra reflexión colectiva es el tema de: “las grandes corporaciones”. Para estos monopolios o sus equivalentes económicos, no somos más que consumidores o mercados potenciales para el consumo, pero ¿cómo logran su objetivo?

Se estima que en promedio una persona en México pasa tres horas diarias viento TV; eso implica casi 50 días por año, o nueve años de su vida frente al televisor, el bombardeo subliminal para la compra de todo, es impresionante. La influencia televisiva es propiciada por la influencia de las corporaciones para difundir el sobre consumo institucionalizado ¿cuánto tienes? ¿cuánto vales?

Así, los mecanismos detrás del crecimiento son propiciados por los medios que incentivan el consumo, por ejemplo, un niño de menos de cinco años de edad no sabe de comerciales, pero a los tres años ya reconoce todas las marcas que le presentan, el control que los medios electrónicos ejercen sobre la cultura de un pueblo es impresionante.

Como una última reflexión, me inclino en pensar que hemos llegado a un punto crítico en nuestra relación humana con la tierra, el tema de los límites naturales al crecimiento socavan desde su raíz el pensamiento expansionista y acumulativo de la cultura occidental, el crecimiento ha sido el comportamiento dominante del sistema socio-económico durante los últimos doscientos años está llegando a su fin, las señales inequívocas del colapso económico global dan cuenta de ello, por eso la pertinencia del descrecimiento.

Como antes, he señalado la necesidad de una propuesta de democracia ecológica, que implique la ruptura del control empresarial y del poder político; que busque la satisfacción de las necesidades populares que deje de basarse en la explotación humana y la depredación de la naturaleza, un primer paso sería recuperar el mercado interno bajo el principio del consumo mínimo necesario. Fortalecer y recuperar nuestra cultura y tradiciones puede ser el primer paso para lograrlo.



[1] Las estadísticas poblacionales estiman actualmente la población mundial en aproximadamente seis mil quinientos millones de personas; en donde cada tres años esta cifra aumenta el equivalente a la población actual de los Estados Unidos (200 millones); la población mundial se incrementa 27 personas cada 10 segundos; 162 personas por minuto; 972 por hora; 23 328 por día o 163 296 cada semana. Con este ritmo de crecimiento poblacional, se espera que para el año 2050, la población mundial sea de aproximadamente 10 mil millones de personas, este crecimiento poblacional representa dotar de servicios al doble de la población mundial actual, cultivar el doble de alimentos, producir el doble de combustibles, etcétera. Con las respectivas consecuencias ambientales (ONU, 2005).

[2] Varios bancos multilaterales informaron recientemente que han formado un fondo de 90.000 millones de dólares para ayudar a América Latina y el Caribe en los próximos dos años a enfrentar la crisis económica y generar crecimiento (AR, 2009).

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