miércoles, 21 de octubre de 2009

Primera entrevista a la premio Nobel de economía

Elinor Ostrom: un Premio Nobel al legado republicano-democrático de Tom Paine

Peter Linebaugh · · · · ·

18/10/09

Reproducimos a continuación la entrevista telefónica con Elinor Ostrom grabada inmediatamente después del anuncio de la concesión, el pasado 12 de octubre, por parte del Sveriges Riksbank [el Banco Central sueco], del Premio de Ciencias Económicas en memoria de Alfred Nobel de 2009. La entrevista corrió a cargo de Adam Smith, Editor General de Nobelprize.org.

[Elinor Ostrom] ¿Diga?

[Adam Smith] Buenos días. ¿Puedo hablar con Elinor Ostrom, por favor?

[EO] Sí, diga.

[AS] Hola. Me llamo Adam Smith. La llamo en nombre del sitio web oficial de la Fundación Nobel, en Estocolmo.

[EO] ¡Ja! Adam Smith, ¡Qué nombre! Me temo que le toman mucho el pelo, ¿no es así?

[AS] Así es, y a veces pienso que los galardonados con el Nobel de Economía piensan, cuando los llamo, que soy un bromista. Tenemos la tradición de grabar una breve entrevista telefónica para la Fundación Nobel con los recién galardonados. ¿Le importaría que conversáramos durante unos minutos?

[EO] Ah, bien. Adelante.

[AS] Muchas gracias. Por supuesto, primero quiero felicitarla por el premio.

[EO] Es un honor increíble, sí.

[AS] Tal como ha sido señalado hace unos instantes en la conferencia de prensa, usted es la primera mujer en la historia del Premio Nobel de Economía en recibir el premio. ¿Lo convierte ello en un honor más grande?

[EO] Sí. Piense en la época en que he vivido. Cuando me planteé la posibilidad de matricularme en la universidad, me desanimaban diciéndome que nunca sería capaz de ir más allá de dar clases en alguna escuela técnica universitaria de provincias. ¡Ja, ja, ja! ¡Cómo han cambiado las cosas!

[AS] ¿Cree que la proporción de galardonados con el Nobel de Economía –la ratio de género– es en algún modo representativa de la proporción de personas que trabajan actualmente en el tema o, por el contrario, esas proporciones han variado?

[EO] Todo esto ha ido cambiando lentamente. He asistido a clases de economía en las que era la única mujer en el aula, pero esto ha ido cambiando lentamente, y creo que hay un creciente respeto hacia las mujeres, sobre todo ahora que podemos hacer aportaciones verdaderamente importantes. Y me gustaría creer que este reconocimiento ayudará en esta dirección.

[AS] Imagino que esto supone un claro mensaje al mundo, sí. Veamos. Usted trabaja en la gestión de la propiedad común a partir de la común posesión, contrastándola con los efectos…

[EO] Entre otras cosas, sí.

[AS] ¿Estaríamos en lo cierto si afirmáramos que, dicho en términos generales, usted ha descubierto que la posesión común puede ser más eficaz que lo que la gente pensó que podría serlo?

[EO] ¡Así es! No es que sea una panacea, pero es mucho más eficaz que lo que nuestros razonamientos comunes nos dan a entender.

[AS] ¿Hay algún ejemplo que le gustaría poner al respecto?

[EO] Bueno, déjeme recurrir al ejemplo de los pescadores de langostas del estado de Maine. En la década de 1920, los pescadores prácticamente destruyeron la pesca de la langosta. Se reagruparon y se dispusieron a pensar con detenimiento qué hacer. Con el paso del tiempo, desarrollaron una serie de reglas ingeniosas y de formas de gestión que han permitido que el sector de la pesca de la langosta de Maine se convierta en uno de los más exitosos del mundo. La gran amenaza que los acecha en la actualidad radica en el hecho de que las pesquerías del entorno han sido tan sobreexplotadas, que la langosta se ha convertido en un ejemplo extremo de… Si hubiera una enfermedad o algo similar que llegara, como una bacteria o lo que fuera que las pudiera infectar, sufrirían grandes peligros. Pero han sido increíblemente eficaces durante muchos años. Hay muchos otros grupos, de tamaño pequeño y mediano, que se han encargado de dirigir la gestión de los recursos. Hemos estudiado varios cientos de sistemas de irrigación en el Nepal. Y sabemos que los sistemas de irrigación gestionados por los campesinos son más eficaces en términos de aprovisionamiento de agua hasta todos los rincones y presentan una mayor productividad y unos costes menores que los fabulosos sistemas de irrigación construidos con la ayuda del Banco Asiático para el Desarrollo, del Banco Mundial, de la Agencia Norteamericana para la Ayuda al Desarrollo, etc. Así, sabemos que muchos grupos locales son muy eficaces. Pero esto no es universal, de modo que no podemos ser tan ingenuos como para pensar "Oh, fíjate, limitémonos a entregar las cosas a la gente, que siempre se organizará". Existen muchos escenarios que desestimulan la autoorganización.

[AS] Ya veo.

[EO] Por lo tanto, hemos de tomar nota tanto del hecho de que la gente puede autoorganizarse como de las condiciones bajo las cuales lo hacen.

[AS] Precisamente iba a preguntarle si su investigación se ha centrado también en las condiciones que conducen a la buena autoorganización. ¿Hay algunas condiciones que tengan que darse, como, por ejemplo, la disposición, por parte de los participantes, de una cantidad de tiempo suficiente para decidir qué naturaleza deben tener sus regulaciones?

[EO] Sí, y tengo un artículo en Science, en el número de julio del año pasado, que dibuja un amplio marco de análisis y de diagnóstico y que identifica un buen puñado de variables que se hallan asociadas con la auto organización.

[AS] ¿Diría que, en términos generales, debemos confiar más en la autoorganización de lo que lo hacemos en la actualidad? ¿Que la sociedad debe avanzar hacia la implantación de estructuras que se autoorganicen?

[EO] Sí, pero sin que veamos en ello una fórmula. Actualmente, muchos de los numerosísimos procesos de descentralización que con gran esfuerzo se emprenden van de la mano de una fórmula rígida a través de la cual se dan reglas a la gente desde arriba que dicen: "Ahora es vuestro". Y esto tampoco ha funcionado demasiado bien.

[AS] Así que, de nuevo, se precisan grandes dosis de sutileza…

[EO] Así es. Y piense, además, en la cuestión de la diversidad. Si se fija en el campo, se dará cuenta de la enorme diversidad ecológica que hallamos en él. Pues bien, si la gente se dispone a gestionar la diversidad ecológica, no encontraremos un solo conjunto de reglas que funcione lo mismo en una región semiárida que en una región tropical húmeda. Ha de haber reglas distintas.

[AS] Claro. Otra cosa que ha hecho usted ha sido dirigir experimentos de laboratorio.

[EO] ¡Sí, claro!

[AS] Lo cual, creo, ha mostrado que la gente resulta estar más dispuesta a obedecer reglas mutuamente pactadas de lo que podíamos esperar.

[EO] Sí, estamos demostrando estas cosas. Pero también estamos demostrando la existencia de un importante mecanismo para la comunicación cara a cara e incluso escrita. La predicción era que nadie se autogestionaría, como consecuencia de un dilema social de segundo grado, por decirlo en los términos de la teoría de juegos. Pero lo que hemos hallado es que la gente que puede adentrarse en una escalada del tipo "te castigo, tú lo castigas a él, etc.", con lo que las cosas van a peor y a peor; lo que hemos descubierto es que estos mismos individuos, a través de la comunicación, a través de la posibilidad de llegar a un acuerdo sobre lo que van a hacer conjuntamente, construyen un nosotros bien definido que les permite seguir normas, cooperar y, en ocasiones, sancionarse los unos a los otros y ayudar a que todo esto se mantenga.

[AS] Ha mencionado la teoría de juegos. ¿Cuánto de lo que usted hace es, de hecho, una extensión de la teoría de juegos? ¿Hasta qué punto estos desarrollos de estas estructuras son juegos repetidos?

[EO] La teoría de juegos fue muy, muy importante para nuestro trabajo, puesto que hemos podido recurrir a modelos de teoría de juegos y examinarlos en un laboratorio. En este sentido, mi toma de contacto, en la década de 1980, con los trabajos de Reinhardt Selten, que también fue Premio Nobel, fue muy, muy importante para mi formación. Ahora bien, la teoría de juegos clásica es harto predictiva en ciertos entornos, pero no es plenamente predictiva, en ningún caso, en entornos en los que opere un dilema social. Pero ha sido de gran ayuda para nosotros, en la medida en que nos ayuda a analizar y a desarrollar una teoría del comportamiento humano, del mismo modo que también lo son otros mecanismos formales que coadyuvan también a entender por qué la gente coopera en determinados escenarios y en otros no lo hace.

[AS] Ya veo. Quisiera terminar preguntándole si considera usted que su trabajo es teoría económica, ciencia política o teoría social, si es que importa qué es o cómo es etiquetado.

[EO] Lo que yo hago podría llamarse economía política o estudio de dilemas sociales. Tuve una sólida formación en el campo de la economía como estudiante universitaria. Luego estudié con Armen Alchian y otros, para trabajar después, en la década de 1980, con Reinhardt Selten. Trabajo con dos colegas, economistas, aquí en Bloomington, que han sido muy, muy importantes para mi trabajo. Mi marido trabajó con Charlie Tiebout, con el que desarrolló una teoría de la organización metropolitana que incluía elementos de la economía y de la ciencia política… Así que he cruzado los bordes de las disciplinas. ¡Eso no admite discusión!

[AS] Supongo que este premio tiene el potencial de despertar la imaginación de la gente, pues se habla de un premio a alguien que trabaja en el campo del gobierno de los asuntos económicos, y plantea usted de la necesidad de que la gente se involucre en su propio gobierno.

[EO] ¡Sí, claro!

[AS] Es probable que ocurra… Es probable que el premio desate la imaginación de la gente, y que la gente…

[EO] ¡Eso espero! ¡Ja, ja! ¡Esto es en lo que he estado trabajando durante toda mi vida! Los humanos tenemos grandes capacidades, y, en cierto modo, hemos participado de la idea según la cual los jefes tienen unas capacidades genéticas de las que el resto de nosotros carecemos. (1)

[AS] Mmmm…

[EO] Espero que eso lo podamos cambiar un poco.

[AS] Excelente. Es un lindo comentario con el que terminar. Muchas gracias por su atención. Cuando venga a Estocolmo en diciembre a recoger su premio tendremos la oportunidad de hablar de todo esto con más calma, así que…

[EO] Perfecto, será un placer hacerlo.

[AS] El placer será mío. Espero que tenga un feliz día y, una vez más, felicidades.

[EO] Muchas, muchas gracias.

[AS] Gracias, adiós.

Nota Ed. : (1) Dos recomendables textos a los que se puede accede desde internet y que dan una idea del trabajo científico de la profesora Ostrom: uno sobre economía ecológica y bienes comunes (Insights on linking forests, trees, and people from the air, on the ground, and in the laboratory), y otro sobre experimentos con instituciones de propiedad común (Trust in Private and Common Property Experiments). El libro acaso más importante de Ostrom, originalmente aparecido en inglés en 1990, fue traducido al castellano en México en 2000: El gobierno de los bienes comunes. La evolución de las instituciones de acción colectiva, traducción castellana de Corina de Iturbide Calvo y Adriana Sandoval revisada por Leticia Merino Pérez y Fabrice Lehoucq, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, F.C.E.

Traducción para www.sinpermiso.info: David Casassas

Elinor Ostrom: un Nobel de Economía bien ganado

Mario Bunge · · · · ·

18/10/09

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Felicitaciones a los señores directores del Banco de Suecia y de la Academia Sueca de Ciencias. Esta vez acertaron al darle el premio 2009 a Elinor Ostrom. Ya era tiempo que se lo dieran a una socioeconomista progresista, en lugar de regalárselo a algún ideólogo cavernícola, como han acostumbrado hacerlo.

También era tiempo de que galardonaran a una mujer, la primera desde 1982, año en que premiaron a la socióloga Alva Myrdal, esposa y colaboradora de Gunnar Myrdal, premiado en 1974, y uno de los arquitectos del Estado sueco moderno.

¿Cuál es el principal mérito académico de la doctora Ostrom, profesora en Indiana University? Que estudió y propició la autogestión del bien común, tal como lo viene haciendo todos los jueves a mediodía el Tribunal de Aguas de Valencia, desde que lo instalaron los moros en el año 960.

¿Por qué importa este aspecto de la obra de Ostrom? Porque ha sido ignorado por casi todos los economistas políticos, no sólo los viejos conocidos de la derecha, sino también los marxistas, siempre enemigos de las cooperativas.

En efecto, casi todos los economistas reconocen sólo dos regímenes de propiedad: la privada y la estatal. No les interesa el tertium quid, la propiedad colectiva autogestionada, la que escapa tanto a la garra del gran capital como a la del Estado autoritario.

La economía política estándar propone los postulados siguientes:

1- Todos los bienes deberían ser de propiedad de particulares o corporaciones. (¿Por qué? Porque lo digo yo.)

2- El ojo del amo engorda al ganado: la propiedad sin dueño se deteriora, como lo demuestra la tragedia del bien común, tal como el ejido o el pastizal de la aldea. (¿Por qué? Porque lo dijo Garrett Hardin.)

3- El Estado debería ser mínimo: su única función debería ser garantizar el funcionamiento del mercado libre, o sea, el capitalismo sin reglas (Friedrich Hayek, premio Nobel 1974 y Milton Friedman, premio Nobel 1976).

Si hubiera popperianos de izquierda, acaso dirían que la contribución de Ostrom fue refutar el segundo postulado. Pero cualquiera podría argüir que refutar una proposición es lo mismo que confirmar su negación. No importa, sigamos.

En 1968 la prestigiosa revista Science publicó el artículo The tragedy of the commons , o sea, "La tragedia del bien común". Este hizo famoso a su autor, el ecólogo tejano Garrett Hardin, quien ya se había destacado por su defensa del principio sistémico "no puedes hacer una sola cosa" y su principio de exclusión competitiva (que discutimos en mi seminario de filosofía de la biología, en 1962, en la Universidad de Buenos Aires).

¿En qué consiste la tragedia de marras? Si todos los habitantes de una aldea tienen libre acceso a un pastizal común, todos pondrán a pastar tantos animales como puedan. De esta manera, el pasto no tendrá tiempo de volver a crecer, y el pastizal se acabará para mal de todos. La moraleja que sacó Hardin es que la propiedad sin propietario se deteriora hasta destruirse.

En su libro Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action (1990), Elinor Ostrom refuta a Hardin. Lo hace recurriendo a ejemplos históricos de autogobierno de bienes comunes, tales como tierras comunales (como los ejidos mexicanos), bosques (como muchos en la India), acequias (como las del río Turia), pesquerías (como la del Maine) y tambos (como los del Gujurat).

El resultado neto es que lo que importa para preservar un bien no es la propiedad sino la administración. Tanto es así, que una empresa privada mal administrada no beneficia siquiera a sus propietarios. La economía experimental y la psicología social contemporáneas nos dan datos para explicar por qué tiene razón Elinor Ostrom y, por el mismo motivo, por qué no la tuvo Garrett Hardin.

En efecto, esas ciencias han demostrado que solamente una minoría procura siempre maximizar sus utilidades esperadas, sin importarle si perjudica al prójimo. La mayoría de los seres humanos somos considerados y cooperativos. Basta consultar el volumen colectivo Moral Sentiments and Material Interests: The Foundations of Cooperation in Economic Life , publicado en 2005 por los economistas Herbert Gintis, Robert Boyd, y Ernst Fehr.

En mi libro Filosofía política (2009) cito muchas veces la obra de Ostrom, que sintoniza con una parva de documentos sobre el funcionamiento de cooperativas de todo tipo dispersas por el mundo, en particular, los anuarios de la Alianza Internacional de Cooperativas y de la Oficina Internacional del Trabajo, que mantiene la ONU en Ginebra.

En resumen, profesora Ostrom: enhorabuena por haber contribuido a resaltar el lado angélico de la bestia humana, y por haber desprestigiado a la economía y la filosofía políticas que dan por sentado que todos somos rapiñadores y carroñeros. Era tiempo de que el Premio Nobel lo ganase quien cree que la economía y la política pueden ser beneficiosas para la mayoría si reemplazan el pesimismo de Hobbes por el optimismo de Rousseau, y la incompetencia del asesor financiero por la competencia del almacenero de la otra cuadra.

Mario Bunge es el más importante e internacionalmente reconocido filósofo hispanoamericano del siglo XX. Físico y filósofo de saberes enciclopédicos, y permanentemente comprometido con los valores del laicismo republicano, el socialismo democrático y los derechos humanos, son memorables sus devastadoras críticas de las pretensiones pseudocientíficas de la teoría económica neoclásica ortodoxa y del psicoanálisis "charlacanista".


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