viernes, 15 de julio de 2011

IMPUESTOS VERDES: 25 AÑOS DE ECOLOGISMO

IMPUESTOS  VERDES: 25 AÑOS DE ECOLOGISMO

Julio 2011

 Siempre a la moda y lejos, muy lejos de las demandas importantes de la ecología y la sociedad, Marcelo Ebrard se apresta a eliminar la tenencia vehicular en el DF y a impulsar la aprobación de "impuestos verdes", para "compensar" el impuesto que se elimina. Político descafeinado de "centro", Ebrard sigue las tendencias de otros gobiernos que se pretenden "verdes" , pero,  siguen obligados a conservar  las más importantes fantasías sociales vigentes: auto para todo mundo, ideal  social establecido por Henry Ford, el gran referente del populismo capitalista moderno.  En su campaña por la presidencia, Calderón prometió la eliminación de la tenencia vehicular presionado por El Volante, sector social tan poderoso o más que cualquier poder fáctico, y tuvo que cumplir su promesa por la persistente exigencia de este sector  mimado, irascible, vengativo  que está muy enardecido  por la crisis financiera y económica y que resultó fortalecido por la eliminación de este impuesto en varios estados.

A pesar de los abundantes datos técnicos que confirman inequívocamente la responsabilidad central de El Volante en las enormes cifras de muertes, enfermedades  y discapacidades provocadas por los accidentes de transito, la contaminación del aire, y la pérdida de tiempo en el transporte cotidiano; a pesar de su muy importante contribución en la producción de los daños causados por inundaciones, sequías, deslaves, tormentas, huracanes y otros eventos climáticos extremos derivados del desastre climático mundial, los gobiernos mexicanos se ven en la necesidad  de proteger o conservar los enormes subsidios de los que ha gozado El Volante, para subsistir o conservar su posición; tantos años de "educar" a la población en la "superación" que implica el amor al auto y de invertir en la construcción de ciudades RLA (réplica de Los Ángeles, CA), no se abandonan fácilmente. Sin embargo, el aumento en los costos del petróleo y la nueva tecnología, unidos a la caída del empleo y el poder adquisitivo de los mexicanos ha complicado mucho la compra de autos y por ello los gobiernos mexicanos han ensayado formas de rescatar o conservar  los subsidios de los que ha gozado El Volante. La eliminación de la tenencia vehicular ha sido una de ellas; otra, las facilidades para la introducción de los autos "chocolate". Más de ocho millones de autos "chocolate" han entrado al país en los últimos siete años.  En este proceso ha primado el amor por El Volante, muy por encima de la creación de empleo o la recaudación fiscal o la seguridad vial o la mitigación del desastre climático.

Ebrard declara - "El impuesto verde no es un asunto que vaya aplicarse a todos los que tienen un auto… se recargaría en quienes mas afectan el medio ambiente"-  y rechaza que sea una medida electorera como lo afirma el PAN. Tiene en mente, desde luego, fastidiar a los más pobres; no quiere tocar ni con el pétalo de una rosa la delicada piel de El Volante: ¿De qué manera  afecta poco, no sólo al medio ambiente sino a la sociedad, quien utiliza más de una tonelada y unos 30 m2 de pavimentación pública, para desplazarse en solitario, a veces a más de 40 kph,  mas de cuatro horas, en una ciudad atestada de autos? ¿Por qué deben pagar aquellos ciudadanos que no tienen auto, que son la gran mayoría (el 82%), la construcción y destrucción de la infraestructura vial, la inseguridad producida por la velocidad, los tiempos perdidos y distancias creadas, por los autos?  La tenencia vehicular es un impuesto verde por excelencia, pues hace pagar a El Volante,  un poco de los enormes daños que ocasiona a la ciudad y al medio ambiente, por el simple hecho de destruir el pavimento, producir gases efecto de invernadero, GEI y contaminación del aire, directa e indirectamente. La eliminación de la tenencia vehicular puede haber sido un gran retroceso político y económico que pagaremos muy caro.

En efecto, hay mucho que decir a favor de los impuestos verdes, como manera de mejorar la convivencia en las ciudades; reducir los daños al medio ambiente y a la economía; hacer un mínimo de justicia ambiental; informar y orientar a la población en asuntos de medio ambiente; reducir los riesgos de crisis políticas, económicas y sociales; realizar una Justa y Serena Transición, hacia una época pos petrolera.  Por ejemplo, los siguientes impuestos podrían ayudar; aplicar tarifas: por el estacionamiento en la vía pública; por la circulación en auto con un sólo ocupante en las vías rápidas; por el ingreso en auto a la zona urbana central o al área de calles antiguas de un pueblo, de una zona arqueológica o cercana a parques y plazas; también, aplicar el Hoy No Circula a todos los autos sin excepción; elevar el impuesto local a la gasolina (ILG); duplicar las multas por el exceso de velocidad y triplicarlas o cuadruplicarlas cuando el exceso se da en horarios nocturnos; duplicar las multas por la violación del Hoy No Circula y a la Verificación; duplicar los costos de las licencias y placas. Estos y otros impuestos verdes podrían aplicarse en el Distrito Federal, para reducir el número de autos en esta ciudad y mejorar la convivencia. ¿Servirían realmente al descrecimiento?

En los 80s, la ciudad de México se cubría cotidianamente de una oscura capa de contaminación, morían pájaros por doquier y los embotellamientos eran casi tan frecuentes como los de hoy en día. Conmocionado por los efectos del gran sismo de 1985 y todavía atrapado en una infame responsabilidad privada, decidí iniciar a principios de 1986 la que sería mi primera campaña ecologista, contra El Volante: bramé el clásico ¡Ya basta! o ¡estoy hasta la madre! (de congestionamientos diarios, de autos). Recordé las ideas de Ivan Illich en los 60, con respecto a los autos, las advertencias del Club de Roma y los conceptos de Schumacher: Lo Pequeño es Hermoso. Discurrí entonces una propuesta ecologista: aplicar una tasa disuasoria o sobreprecio de 10, 20 o 30%(impuesto verde) a la gasolina que se venda en el territorio comprendido en un círculo con radio de 100 km, y centro en el Zócalo; adicionalmente, la aplicación de una tasa ecológica disuasoria a los precios de las gasolinas en todo el país, de un 10, 20 o 30%. Debo confesar que entre los primeros meses de 1986 y los de 1989, escribí un artículo cada tres o cuatro semanas  en torno a esta propuesta, textos que me fueron publicados casi todos en el EXCELSIOR, periódico que en esos años todavía era muy importante-¡Qué locura! Por estas publicaciones recibí amonestaciones de parte de Manuel Bartlett, secretario de Gobernación,  pero, para mi sorpresa, Salinas de Gortari aceptó la idea del impuesto local y la aprobó en 1989-¿Qué sucedió? Desde entonces existe en el DF un impuesto local a las gasolinas que siempre ha sido muy pequeño y ahora, devorado totalmente por la SHCP, es insignificante.  Los gobiernos del DF y de los estados de México e Hidalgo, podrían elevar  radicalmente este impuesto y gestionarlo para iniciar el rescate de la calidad del aire en la cuenca del valle de México.  ¿Serviría para este propósito? Tal vez habría que reexaminar las enseñanzas de estos 25 agitados años de acciones ecologistas.

 

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Miguel Valencia
ECOMUNIDADES 

1 comentario:

sutercita dijo...

Es lamentable que la eliminación de la tenencia sea aparentemente algo venidero para la sociedad como bien lo comenta Ebrard, pero creo yo que detrás de eso se encuentra algo tenebroso como el impuesto verde, ojalá sea en pro del ambiente y del planeta porque estamos acabando con él. Les comparto esta página con datos sobre la tenencia http://www.alguienteniaquedecirlo.mx/pinches-datos.php